lunes, 1 de febrero de 2010

La doctrina como idea central


Para algunos, la doctrina es una cosa muy importante; más importante que la vida misma, según otros. Hay quienes creen que la doctrina es tan seria que no puede ni siquiera presentarse el domingo en la mañana. Y cuando algo es “tan sagrado”, mejor "ni lo toques". La verdad es que el sermón, si es bíblico, contiene doctrina. He aquí, algunas ideas que le ayudarán a reconocer la doctrina y a traducirla a la práctica al momento de predicar.
El predicador predica sobre Dios. En la teología cristiana, Dios es la primera y máxima realidad del creyente. De modo que las ideas centrales que predicamos pasan primero por el cernidor de la teología, o doctrina bíblica sobre Dios. Quizá muchos no han tenido un estudio completo de la doctrina de Dios. Eso incide en lo que predican. No saben qué hacer con pasajes que hablan de juicio (Mt. 25), con textos que hablan del Dios que pre ordena las cosas (Efesios 1) y que tiene voluntad expresada en decretos (Ro. 8:28-39).  Por eso, lo que hemos estudiado de la persona de Dios en la Biblia repercute en nuestro manejo de la Biblia.
El predicador predica un libro cristiano. La Biblia, Antiguo y Nuevo Testamentos, son un libro cristiano. Esto quiere decir que los pasajes de la Escritura tienen su pleno desarrollo en la práctica de la vida cristiana. Toda explicación de los textos bíblicos ha de sugerir cómo ser mas fieles discípulos de Cristo. Hoy esta de moda judaizar, dando a entender que la verdadera fe es practicar la vida judía en vez de la vida de Cristo. Esta preferencia pasa por alto el esfuerzo de Pablo por explicar la salvación por caminos que no incluían la práctica de la ley de Moisés, sino el espíritu de esa ley.
El predicador predica una espiritualidad integral. La vida cristiana no se separa en "cosas del espíritu" y "cosas de este mundo". La verdadera espiritualidad es integral. Porque la verdadera espiritualidad consiste en el control del Espíritu Santo sobre todas las esferas de la vida. Por eso, la vida no puede dividirse en dos: la parte que me pertenece a mí, durante la semana, y las dos horas que pertenecen a Dios el domingo. Cuando hacemos eso, le quitamos a Dios de cuajo la oportunidad de dirigir nuestra vida. El predicador buscará la manera de amarrar la existencia integral de profesionales, estudiantes, padres de familia y esposos, al control del Espíritu.
El predicador predica ideas. Lo que predicamos no son historias con el propósito de entretener. Es historia con el propósito de enseñar. Las historias bíblicas, la poesía, la sabiduría y la literatura epistolar, contienen ideas. No predicamos sólo “las palabras” del texto sino “las ideas” del texto; predicamos la “teología” detrás del texto. Es el Dios que se revela, haciéndose hombre, actuando en la vida de los hombres, de tal manera que la vida de los hombres no tenga otro sentido sino el plano superior que viene de la vida de Dios.   
El predicador predica sobre los hombres. Todo lo que decimos a los hombres y mujeres de hoy viene de los hombres y mujeres de ayer. Pero eso pasa por el "convertidor practico" a la vida, que no es otra cosa que la vulnerable y frágil existencia del predicador. Es en mi vida que empiezan las más grandes preguntas, las mas grandes dudas y el mas grande asombro sobre lo espiritual. Por eso, las grandes verdades de la fe, se construyen, necesariamente, en dialogo con mi propia fragilidad e interioridad. De esa suerte que los oyentes se quedan preguntando, cómo es que el predicador sabe tanto acerca de ellos.
Predicar doctrina no es hablar complicado de cosas alejadas. Predicamos sobre Dios, desde un libro cristiano, una espiritualidad integral, que forja las ideas del mensaje y que ha de aterrizar en la existencia de hombres y mujeres de carne y hueso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario