jueves, 7 de enero de 2010

Las siete leyes de la comunicación oral


Por mas de 10 años enseñé un curso preparatorio para el estudio de la homilética. He enseñado homilética, he tomado varios cursos de homilética y he leído tratados sobre el tema. Por ello me permito sugerir a los predicadores lo que llamaremos aquí “Las siete leyes de la comunicación oral”. Estas ideas son principios fundamentales de la teoría de la comunicación. Los traslado como solía presentarlos a mis alumnos. El oyente mantiene la atención y retiene mejor la información cuando se observan estas leyes.
LA LEY DE LA UNIDAD: Consiste en que la mente humana trata de encontrar el común denominador de todo lo dicho en una conversación, discurso o presentación. El oyente obtiene esta unidad haciéndose la pregunta “¿de qué hablamos hoy?” o “qué dijo tal orador”. Y la misma persona se responde diciendo “hablamos de tal cosa”, tratando de poner lo dicho en una palabra o pensamiento.  Esta búsqueda natural de la mente humana se refleja en la unidad que guarda, una obra, una película, un cuadro, una sinfonía y un poema.  Los sermones que tienen muchas ideas que van en todas direcciones, no tienen unidad.
LA LEY DEL ORDEN: Como la unidad se da en un lapso de tiempo, a lo largo de ese tiempo la persona recibe información. El orden consiste en que la información llegue al oyente conforme su mente la necesita. La comunicación tiene orden cuando las ideas que el oyente escucha le llegan en el momento en el que a él le hacen mas sentido.  Tras una pieza de información va la próxima que le corresponde. Eso implica mostrarle al oyente como la información que le doy ahora esta conectada a la información que previamente le di. Orden implica repetición para mostrarle como caben las piezas que el no puede unir por si solo. El orden se ve, en los puntos mayores, material de apoyo y en la emisión de las ideas. 

LA LEY DEL PROGRESO: La buena comunicación va a algún lado. Desde la introducción se sabe que hay un punto de inicio, un material intermedio y un gran final. No es como la visita que se despide una y otra vez, solo para volverse a despedir. Es más bien un cuento que tiene una dirección a la que tarde o temprano llegara, porque ese era su objetivo.  La buena comunicación tiene una meta. No es solo detenerse a las 11:45, es cumplir con su objetivo adecuadamente.
LA LEY DE LA PERTINENCIA: La buena comunicación también tiene todo el tiempo en mente al oyente. “¿Qué significa esto para mi?”.  Si el oyente no se siente atrapado desde las orejas hasta la solapa, terminará oyendo como quien oye llover. Eso significa que sus necesidades, sus conflictos, sus tentaciones y sus fragilidades son parte importante de la comunicación. ¿Cómo se logra esto? Piense en su propia fragilidad y tendrá gran material para ser pertinente.
LA LEY DE LA CLARIDAD: La buena comunicación también es clara. Se esfuerza por explicar la idea como si se tratara de una conversación en la que estoy tratando de hacerme entender. Consiste en evitar lo ambiguo, en repetir si es necesario y en parafrasear el punto para hacerme entender. Ningún experto en algo tiene derecho a ser obscuro, confuso y difícil. Si no escoge hacer el esfuerzo que requiere la claridad, pronto será el único oyendo lo que dice.
LA LEY DE LO PRIMERO: Dice que las primeras 25 palabras son cruciales para sugerir de que va a hablar el orador y captar la atención del oyente. Esta ley determina el tono de nuestra introducción haciéndola memorable, pertinente y hace que lo primero sea bien presentado.
LA LEY DE LO MAS RECIENTE: Dice que el oyente recuerda mas lo ultimo que escuchó. Por tanto, esto sugiere que nuestra conclusión debe trabajarse con gran esmero.  En ella repasamos la idea central del mensaje, repasamos la estructura del mensaje y finalmente, mostramos con aplicaciones prácticas, la pertinencia del mensaje. Todo esto debe reflejarse en el  buen sermón, de modo que se facilite al oyente mantener la atención y retener lo dicho.

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