viernes, 22 de enero de 2010

Cómo palpita una idea


Fue el profesor bautista, John A. Broadus (1827-1895) quien propuso en su texto de homilética, alrededor de 1870, que el mensaje debía tener una proposición que, fundamentalmente, resume de qué voy a hablar.  La "proposición" de Broadus es la primera expresión de la idea central. Un gran salto adelante, pues para Broadus la proposición representa al texto bíblico. 

La diferencia con Broadus,  es que para él, un mensaje era o textual (un verso), o temático (un tema) o expositivo (una porción), mientras que hoy, muchos creemos que todo mensaje es expositivo cuando explica el fondo histórico y gramatical del texto que cita y explica. Broadus describe la Idea central como factor unificante del mensaje, como hemos dicho aquí en la “ley de la unidad”.
Es el profesor Haddon Robinson quien transmite a sus estudiantes el concepto de la idea central con este nuevo nombre. Primero en clase y luego a través de su Bilblical Preaching (1981). Robinson cuenta que el preguntaba a sus estudiantes, al examinar el texto, "cual es la idea principal", usando una frase en boga en los 60s, que eventualmente pegó y quedó como la nomenclatura “oficial”, the main idea. Describámosla.
La idea central es un pensamiento. Robinson advierte que nunca ha sabido de nadie que haya sido tocado por el bosquejo de Gálatas. Pero por una idea, la gente vive o muere. Si se trata de una idea bíblica con mayor razón. Por eso decimos lo siguiente.
La idea central es una idea bíblica. Por bíblica nos referimos a que responde a dos preguntas básicas: de qué esta hablando el texto y qué dice de eso que esta hablando. La idea sufre definiciones y redefiniciones en tanto el predicador la plantea de dos formas, una, para entender el texto en tiempos bíblicos: referida al pasado arcaico y remoto. Otra cuando la traduce al presente, vital y pulsante, en una frase que, de ser posible, sea memorable y chispeante.
La Idea central debe ser sencilla para ser eficaz. Una larga declaración que amontona sujetos puede ir en cualquier dirección. El Dr. Oscar López, profesor de homilética, predicó hace muchos años un sermón sobre Efesios 4:25-32 que nunca podré olvidar. La idea central era “Las reglas de la vida cristiana son muy prácticas”.  
La idea central eficaz se hace eco a la vida del oyente. Es decir esta idea tiene una fuerza capaz de representar al oyente diferentes desafíos. Tome por ejemplo Deuteronomio 18:9-14 que puede aplicarse a las ideologías humanas: “Las prácticas comúnmente aceptadas dirigen al pueblo lejos de la Palabra de Dios”. Es decir, la idea tiene proyecciones expansivas en el presente que el oyente reconoce.
La idea central poderosa es aquella que el oyente siente que es verdad. Si se refiere a alguna realidad escondida y esotérica, quizá no intercepte la realidad de la gente. Hoy los compositores dicen que una buena canción es la que prende o llega.  Lo mismo puede decirse de la idea central. Prende porque representa la realidad humana, fallida y golpeada. Prende porque el oyente siente que tiene que ver con el, con su cotidianidad y con su necesidad.
En suma, la idea central es eficaz cuando representa un pensamiento unificante, con sencillez, con la fuerza que el oyente reconoce como verdad encarnable para vivir, pensar y creer. La característica principal no es un “principio general”, “vagamente bíblico” y “ligeramente religioso”, sino el hecho de que por esa idea central transita, en su médula, la savia bíblica.

2 comentarios:

  1. Gracias por la nueva herramienta que me permite compartir con los lectores de HomiletaBlog, me place saber que hay más personas escribiendo sobre el tema de la predicación, y que llevan una visión de nación dentro de sus objetivos.

    Estoy para servirle, y espero poder ayudar si alguna de las herramientas dentro de mi blog le son de utilidad, no dude en preguntar cómo aplicarlas al suyo.

    Bendiciones a usted, y éxito en su ministerio.

    ResponderEliminar
  2. Gracia hermano Juan Alberto por sus palabras.

    Guillermo

    ResponderEliminar