lunes, 9 de agosto de 2010

Predicación que expresa con claridad lo que la Biblia dice

En la comunicación con un propósito, las palabras no se tiran como los dados en el azar, sino se mueven como las piezas en el ajedrez. Cada movimiento se ejecuta con un propósito. Aprendemos mucho sobre un texto, cuando vemos una o varias palabras repetidas, preguntándonos qué sucedería si esa palabra no estuviera ahí. A la valoración de la importancia de la palabra le sigue realizar un estudio del término.

¿Cómo se estudia una palabra en el la Biblia? El diccionario castellano no le dará el sentido teológico a la palabra. Usted tendrá que obtenerlo. Si Ud. tiene nociones de Hebreo y de Griego, puede agrupar las veces que en la concordancia de Strong, se repite esa raíz. Usted busca cómo la palabra bajo estudio se usa a lo largo del Antiguo o Nuevo Testamento. No debe preocuparse de la etimología de la raíz, sino de su uso, si es hebreo en el Antiguo o si es griego en el Nuevo Testamento. Claro, que no tiene que traducir usted todos los versículos, solo vea como su Biblia los tradujo. Eso le dará la fuerza o riqueza de la palabra.

El uso de la palabra puede hacerse en un mismo autor de diferentes obras, digamos Moisés, o en dentro del genero, digamos los salmos, o en el libro del que proviene el concepto. Si tengo tiempo puedo hacerlo en varios géneros y eso me da un uso mas completo. Observe las traducciones diferentes de la misma palabra o los usos distintos por varios autores. Por ejemplo, el vocablo saetas en Isaías 49:2 se refiere no a las flechas literales sino a las palabras. Eso puede tener alguna trascendencia en un contexto legal, como en el salmo 127:4.

En el estudio de palabras también estudiamos los vocablos con ideas similares o palabras con un mismo origen etimológico (“cognados”). Por ejemplo, si estudio la palabra “poder”, una idea similar es la palabra “potestad”, también el concepto “autoridad”. Esa búsqueda la realizo primero en el autor en donde aparece la palabra que me interesa, luego si queda tiempo en otros autores y géneros.

También se puede estudiar el uso del vocablo en fuentes seculares de la misma época. Hay obras que dan esos usos para el Antiguo o Nuevo Testamento. Si su dinero da para obtenerlas un predicador comprometido con la definición clara de los conceptos bíblicos probablemente debería hacer el esfuerzo por obtener dichas obras. Me refiero a Walter Bauer, con Ardnt y Gingrich: A Greek English Lexicon of The New Testament And Other Early Christian Literature. En esta herramienta no se requiere hacer extensas lecturas en Ingles, sino simplemente buscar el vocablo y ver como la obra agrupa su uso.

Una advertencia en los estudios de palabras es que puede haber vocablos compuestos, en los que a la palabra se le antepone una preposición para fortalecer o “intensificar” su significado. Es más o menos como si nosotros en castellano habláramos de mercado y de hipermercado. Con una preposición reforzamos el significado de la palabra. Esto puede suceder en hebreo y en griego.

Por supuesto, estudiar un vocablo puede ser fructífero, pero es sólo parte del proceso de observación del texto. Aun nos queda la interpretación de su significado en el pasaje y finalmente, nos corresponde hacer uso de esa información en el campo de la homilética. De modo que se debe cuidar no ver en el vocablo, el árbol, al punto de perder de vista el bosque, la idea central de todo el pasaje.

No hay comentarios:

Publicar un comentario