Tampoco se ha sometido la predicación protestante a los cánones modernos de la comunicación, tales como estimulo, emisor, receptor, código, medio, “ruido”, decodificación y efectores. Hay estudios aplicados a la comunicación religiosa en general, pero, existe virtual silencio sobre el análisis de la predicación protestante en Guatemala, desde el punto de vista de lo que los sofistas llamaron tekné o el arte de la comunicación.
Según Robinson, la predicación en los años 40´s y 50´s, en Estados Unidos, era evangelística. En los años 60´s y 70´s era didáctica, con retroproyector y pizarra, claro, centrada en la Biblia. De ahí el estribillo de Billy Graham “la Biblia dice”. En los años 80´s y 90´s la predicación se hizo introspectiva, tratando de ayudar al creyente con temas como la depresión, el stress y otros problemas interpersonales. De todo ello, lo único que se puede colegir es que el movimiento misionero en Guatemala ha mostrado muy poco de esa evolución. Lo que percibí de esas fases, lo vi en el mundo académico. Fuera de la academia, concretamente en la Iglesia, los énfasis han pasado desapercibidos en el campo misionero.
Guatemala está 60 años atrás en relación a Estados Unidos. La característica de la predicación, en estas geografías, sigue siendo el evangelismo, con poco o ningún énfasis en los costos del discipulado o en la ética protestante. Mas allá del posible desprecio u ostracismo “social” la predicación no entrena al creyente para afrontar la cultura de la indefinición y la mentira en la que esta asentada su sociedad. De modo que la impuntualidad, la palabra no cumplida y el abuso de los derechos del prójimo tienden a cortar parejo entre cristianos y no cristianos. Este es un déficit de la predicación protestante que causa daños irreparables en la vida de las personas.
Además, Guatemala enfrenta una situación difícil en el área político social. Con un sistema de justicia colapsado, con un incremento sin precedentes en la violencia y la criminalidad común; con la “privatización” de la Corte Suprema de Justicia, cuyas elecciones se obstaculizan usando el positivismo jurídico en el que los magistrados se amparan, a fin de no ceder posiciones vinculadas a la ejecución de presupuesto.
Por supuesto que, consecuencias tan graves como las apuntaladas, no obedecen sólo a razones homiléticas. Hay tras de ellas, otras causas que afectan las decisiones de millones de personas cada día, pero la orientación bíblica adecuada podría hacer muchísimo para contrarrestarlas. Los creyentes, en su mayoría, saben que tienen una relación con Dios, pero esa realidad no se materializa en relaciones aquí y ahora. Se trata de un problema cultural y espiritual. Consiste en una teología que ve con toda naturalidad la exclusión de Dios de la vida diaria y la entronización de prácticas sociales “paganas” en su lugar.
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