jueves, 4 de marzo de 2010

El cuadro bíblico del predicador

La Biblia contiene en sus páginas una proposición muy sencilla: Dios ha hablado. Pero, lo más increíble es que afirma, vez tras vez, que el habla divina ha sucedido por medio de la predicación de los hombres de Dios. Y todavía mas sorprendente es que asume una continuidad entre la predicación de los hombres y mujeres de los tiempos bíblicos, y el anuncio que las generaciones posteriores a la Biblia llevamos a cabo.

De modo que Hebreos 1:1 dice con toda naturalidad: “Dios, habiendo hablado de muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo todo el universo”. De manera que Dios no sólo habló por medio de los profetas, interpretando para ellos la importancia de los eventos sucedidos en Israel, sino que Jesús mismo se inscribe en esa tradición profética y finalmente, sus discípulos, los apóstoles, interpretaron los actos de Dios dándoles significado para la instrucción de la Iglesia. Finalmente, nosotros hacemos lo mismo al predicar la Palabra de Dios para los hombres de hoy.

Esta forma de logoterapia, o salud por medio de las palabras, es única a la revelación judeocristiana. Ni gurús, ni maestros orientales de clase alguna entienden su misión con esta claridad. La palabra, en otras religiones, instruye, programa, incluso educa, pero no sana, no libera, no perdona, no cuida el alma de los que la oyen. Por eso insistimos que la predicación es una parte esencial y es característica central del cristianismo

Cuando Jesús empezó su ministerio público, “vino predicando el reino de Dios” (Mt. 4:17). El resumen de la actividad de Jesús en Galilea, su región natal, es: “Jesús, iba por todas las ciudades y pueblos, enseñando en las sinagogas de ellos y predicando el evangelio del reino” (Mt. 9:35). Cuando Jesús se presentó en la sinagoga por primera vez, toma el rollo de la profecía de Isaías y leyó en Isaías 61: “el Espíritu del Señor esta sobre mi y me ha ungido para predicar libertad a los cautivos”. De modo que lo que caracteriza al ministerio de Jesús es precisamente lo que este texto establece como su misión, anunciar la palabra liberadora (Lc. 4:18).

Tras la inauguración del la Iglesia el día de Pentecostés, Pedro presentó la interpretación teológica de los acontecimientos alrededor de la muerte de Jesús. La oposición y rechazo al mesías no son novedad para Dios. Era necesario que esto sucediera para que el mesías, al entregar su vida por el pueblo, fuera levantado de los muertos y viniese a ser señor y Cristo (Hch. 2:36). La llamada al arrepentimiento y al bautismo siguen a esta declaración.

Tan importante es la predicación en la vida de la Iglesia, que cuando los apóstoles están ocupándose de otras cosas, Hechos 6 relata como fueron nombrados diáconos o servidores, para que los apóstoles no descuidaran “la oración y el ministerio de la palabra” (Hch. 6:4). Pablo el personaje central en la segunda mitad del libro de los Hechos, es presentado como el disputador persuasivo que en las ciudades gentiles del imperio romano, visita primero sinagogas y luego de ellas marcha a las plazas públicas, a los encuentros cotidianos con la gente, a predicar y enseñar la palabra de Dios.

Esto eventualmente le costó la libertad. Pero al llegar al cierre del libro de Hechos, el evangelio ha llegado a Roma y Pablo se halla en prisión domiciliaria, predicando, "libremente," a los romanos, en la capital del imperio. Esa fue la misión de la Iglesia ayer y sigue siendo la misión nuestra hoy, predicar a todos los hombres y mujeres las buenas nuevas.


2 comentarios:

  1. Bendiciones hermano
    Me gustaria predicar el mensaje de Dios para que todos lo puedan me podria ayuda.

    raulefp.

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  2. No habia visto su mensaje pero de eso precisamente se trata el post de esta semana, de ayudar a preparar el mensaje de resurreccion, espero que le sea útil.
    GWM

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