jueves, 3 de marzo de 2011

La palabra de Dios en oídos humanos: predicamos ideas bíblicas

1. La Escritura es revelación en proposiciones, veraz en todo aquello que afirma, sobre el actuar de Dios en la creación, la formación de un pueblo y sus demandas éticas al hombre.

1.1. Dios es la primera y máxima realidad, que actúa en revelación, salvación y juicio según lo ha establecido.

1.2. El mismo Dios que llamó a Abraham, creo a Israel y prometió un rey del linaje de David que se sentaría en su trono para siempre, es el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo que reina hoy sentado a la diestra del padre (Ef. 1.20-21) y nos ha dado similar posición a los creyentes (Ef.2:6), el nuevo pueblo de Dios.

1.3. Dios en su palabra no está tratando de esconderse sino de darse a conocer a su pueblo.

2. Por eso leemos la Escritura en forma histórica, gramatical y contextual, habiendo aprendido a interpretar de nuestros padres en la fe el mensaje de esperanza y redención en Jesucristo.

2.1. Fue Agustín de Hipona quien dijo que el Nuevo Testamento se haya latente en el Antiguo y el Antiguo se haya patente en el Nuevo. En otras palabras, no se puede entender ni se debe leer una parte sin la otra.

2.2. La interpretación gramático histórico contextual acude al auxilio permanente del Espíritu Santo quien pule nuestras destrezas al analizar géneros literarios, libros, culturas, idiomas y palabras, e ilumina nuestras mentes para llevarnos a la comprensión de la verdad.

2.3. El objetivo en la interpretación de la Escritura es nuestra santificación, por la obra del Espíritu.

3. La Interpretación de la Escritura implica ver la victoria de Jesús en ella.

3.1. La Biblia es un documento cristiano que anticipa la venida del hijo de Dios, presenta su persona como quien define la historia de la salvación y proclama su mensaje, el cual explica y complementa al A. T.

3.2. La buena nueva se anticipa en el sistema sacrificial; la ética se anticipa en la ley; la ley se encapsula en la prohibición de comer del fruto del árbol del Huerto. De la misma manera, los sacrificios se cumplen en la persona de Jesús; la ética de la ley se explica e interioriza en el Sermón del Monte; y el árbol del Huerto, se supera por el madero de la cruz de donde viene la vida en Cristo, “con quien estoy juntamente crucificado” para vivir la vida de Jesús (Gá.2:20).

3.3. Ni las naciones poderosas, ni los antihéroes, ni tribus o Iglesias desobedientes distraen el mensaje de la Biblia de su unidad en Jesús como idea central en desarrollo.

3.4. La buena nueva, la ética responsable, y la esperanza presente y futura del reino son las categorías para leer la Biblia, sin negar su historia pasada y sin olvidar a Cristo.

4. Los textos de la Escritura tienen para cada lector un valor presente, aun cuando su origen histórico esté limitado a la intención del autor humano.

4.1. La tradición cristiana al usar el texto lo hace dentro de su contexto, de otra manera no puede entender su significado original.

4.2. El valor del texto para el lector presente pasa también por la tarea de explicar el texto de manera histórica, gramatical contextual, y es en ese ejercicio que Dios puede mostrarle al lector nuevos ámbitos de significación a la luz del sentido histórico. Tales significados, se han de someter al desarrollo normal de toda la revelación bíblica.

5. La interpretación es, especialmente desde Karl Barth, con mayor resonancia, un acto comunitario desde la Iglesia, en respuesta a la auto revelación de Dios.

5. 1. La interpretación y aplicación de la Biblia es una tarea que atañe a todos los cristianos, especialmente, con carácter más serio y profesional a los pastores y maestros.

5.2. La interpretación de la Escritura es un acto responsable de fidelidad a Dios que alimenta al pueblo de Dios y no es fruto del provincialismo moral o de evasión de la realidad.

6. El diálogo con el mundo incluye entender los grandes temas sociales de manera diferente a las ideologías de moda:

6.1. Esto incluye entender la acción humana, la libertad humana, la crítica a las hipostatizaciones, a los colectivismos y a las tiranías externas que buscan capturar al hombre moderno o a la Iglesia

6.2. Sin resignarnos solamente a entender o criticar las tiranías internas, como el materialismo, la avaricia, el vicio y otras idolatrías, que con solo poder identificarlas pensamos estar libres del colectivismo y de sus consecuencias, reduciendo el diálogo al papel del avestruz.

7. El mensaje central de la Escritura es que Jehová Reina (Sal.93:1). El reino de Dios es su prerrogativa de gobernar, su derecho sobre personas, reyes y naciones, que el creo y redimió, por ello nuestra predicación testifica de su reclamo sobre este mundo, sus personas y cosas.

7.1. Como interpretes reconocemos la necesidad de distinciones bíblicas para interpretar el trato de Dios con el hombre en diferentes períodos. Sin embargo, no es necesario hablar de más de tres distinciones mayores, la era del Pacto Antiguo, la era del Pacto Nuevo y la era del Reino.

7.2. Como interpretes vemos la demanda bíblica de señalar que hay una meta para la historia en el registro sagrado

7.3. Como interpretes entendemos que (a) que la Iglesia no es el Israel antiguo testamentario (b) Que el programa futuro de Dios incluye al Israel nacional; (c) que Cristo reinará en la tierra literalmente en la historia espacio-temporal en cumplimiento de los pactos (Abrahamico, Mosaico, davídico)

8. Las diversas escuelas críticas han ofrecido reconstrucciones y reclasificaciones del material bíblico de acuerdo a la perspectiva ideológica de la ilustración.

8.1. Semejantes aportaciones son a menudo limitadas en visión, culturalmente condicionadas por el presente y filosóficamente hostiles al mensaje central de la Biblia,

8.2. Tales ideas no solo desafían, sino sobre todo, defraudan el aporte que, colectivamente, las mejores mentes del pasado han hecho sobre los mismos temas dando muy diferentes resultados.

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