martes, 22 de noviembre de 2011

Cómo es que no habla la Biblia

Del blog de mi amigo Dr. Gerardo Alfaro tomé y adapté esta ilustración compuesta por él, de lo que sucede cuando creemos que sabemos mucho de la Biblia pero sabemos muy poco de su interpretación. Es la historia del “tío Juan” que tras mucha “practica ministerial,” decide ordenarse para ser ministro de la palabra. Parte de su examen de ordenación es el conocimiento bíblico, he aquí su relato de la historia del buen samaritano requerido para pasar la prueba. Sería comiquísimo si no fuera porque muchos mensajes se parecen a este ejemplo.

“Bueno, había un hombre que venía bajando de Jerusalén a Jericó. Y mientras caminaba por el camino, cayó preso de ladrones, e inmediatamente las espinas crecieron y lo ahogaron cien veces…

Dicho sea de paso… continuó… “por ese tiempo la reina de Saba, vino y le dio treinta piezas de plata. Y el ángel del Señor luchó con él y en verdad lo liberó. Y él tomó las treinta piezas de plata y se compró un carruaje.

Entonces él se montó en su carruaje y lo manejó furiosamente hasta llegar a una gran encina en donde su cabello quedó trabado de sus ramas. Y quedó colgado allí por varios días y noches. ¡Y los cuervos le traían alimento y bebida hasta que Dalila vino y le cortó el pelo!

Y cuando aquel hombre cayó, él cayó en terreno duro—y así algunos treinta por uno, otros sesenta por uno y otros ciento por uno. Cuando miró hacia arriba, ¡él miró una nube que no era más grande que una semilla de mostaza y comenzó a llover por cuarenta días y cuarenta noches! Pero el Señor preparó un gran pez que se lo tragó mientras duraba la gran Tribulación. Finalmente, después que los siete años expiraron, el gran pez lo escupió.

Después, el Señor lo alimentó con maná y codornices. Pero no había terminado de comer cuando él vio aquel gran gigante. ¡Sip! Era Goliat, pero él se pasó al otro lado…

Mientras caminaba un poco más allá, encontró a un hombre que le dijo ven y compartamos la cena. Pero él le dijo, hombre, no puedo llegar a la cena. Me acabo de casar y no puedo ir. Y, bueno, aquel hombre salió por las calles y esquinas y como pudo los trajo a la cena. Después que se hubo satisfecho, él dijo, ‘¿No ardía mi corazón dentro de mí?’

Cuando finalmente llegó a Jericó, miró hacia arriba y vio a Jezabel en la ventana. Miró a su alrededor y dijo, ¿Quién está con el Señor? Y algunos dijeron: Nosotros somos, y él les dijo tírenla para abajo, muchachos! Y ellos la tiraron. Y él dijo tírenla de nuevo al otro lado de la barca, y ellos la tiraron por setenta veces… Y de las piezas que sobraron ellos recogieron doce canastas llenas…”

Al llegar a este punto, uno más de los pastores que estaban examinando al tio Juan, lo miró con ojos exasperados y le dijo: “Hermano,” “Todavía hay una última pregunta que necesito hacerte. ¿Esta mujer, de quién exactamente será esposa en el día de la resurrección?”… (fin de la historia).

Moraleja, como es la cultura bíblica de los pastores, así será la de su pueblo... la cultura bíblica del pueblo, es un reflejo fiel de la claridad o confusión de sus pastores.

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